EL ORIGEN

Año 2020. Pandemia. Mi vida paralizada.
Otra vez la incertidumbre, el miedo y la cabeza a mil.
Había hecho limpieza general, mirado todas las pelis atrasadas y, aun así, esa vocecita interna se hacía cada vez más fuerte:

¿Qué vas a hacer? ¿De qué vas a vivir?

La sombra de la depresión y la ansiedad se asomaban de nuevo. Ya las conocía, habíamos sido muy «unidas» en el pasado. Volvía a sentir que vivía de prestado, mis deudas aumentaban, mi cabeza volaba y el tiempo se hacía eterno.
Un día, mi psicóloga me mandó un ejercicio. Parecía sencillo: “Frenar mi mente por 5 minutos y disfrutar el presente.”

Si venían pensamientos sobre finanzas, trabajo o futuro, debía bloquearlos y enfocarme en ese instante.
Comencé con el desayuno con Agus. Debería haber sido fácil, pero la verdad es que no lo era. Me costaba enfocarme, aunque fueran solo 3 minutos. Veía todo muy negro… hasta que un día me hizo reflexionar:

El futuro puede parecer incierto, pero hoy Agus tiene salud, mi familia también…”

En un mundo donde las noticias solo hablaban de enfermos, CTIs colapsados y decesos, eso me dio un motivo más para obligarme a frenar y disfrutar lo que sí tenía. Poco a poco, esos minutos que al principio me parecían imposibles fueron creciendo, hasta que un día me di cuenta de que podía pensar con mayor optimismo y decidir moverme.

¿Qué hago ahora?

Mi emprendimiento pre-pandemia estaba paralizado y sin proyección de reapertura. No era de primera necesidad, así que supuse que debía soltarlo a pesar del dolor.

Un día, scrolleando en instagram, vi a Charuca con su papelería bonita y algo hizo clic. “Es acá.”
Tenía todas las herramientas de cuando hacía libretitas de souvenir, así que en octubre del 2020 empecé con lo básico:

✅ blocks de notas

✅ libretas con tapas bonitas

Pero no me atrevía a ir más allá. A pesar de saber lo terapéutico que siempre había sido el papel para mí, tenía miedo. No encontraba mucha información sobre papel terapia en América Latina y no estaba preparada para fracasar, y menos hacer algo fuera de la caja.

En diciembre me animé a participar en la Feria Nocturna del Parque Rodó y confirmé que la papelería funcionaba. Pero no fue hasta finales de enero que di el verdadero salto.

El Diario de Gratitud: el inicio de todo

Para mi cumpleaños, un virus me tiró en cama varios días. En ese tiempo, decidí materializar el Diario de Gratitud. Sinceramente, no me importaba si se vendía o no, ni lo que dijeran de mí (algo que siempre había sido uno de mis mayores miedos). Lo hice como un homenaje a lo que había significado en mi vida.

No puedo decir que fue lo único que me ayudó en ese proceso, pero sí fue la herramienta más poderosa que me presentó Anita, mi psicóloga.

Nunca imaginé el recibimiento que tuvo. Ni la cantidad de mujeres que empezaron a escribirme, compartiendo sus historias. Poco a poco, se fue construyendo una comunidad.

Ya no estaba sola.

El sentimiento de aislamiento que me había generado la pandemia había sido derribado. Éramos muchas con un mismo sentir, pero con la fuerza de saber que no estábamos solas.

Mucho más que papelería

El Diario de Gratitud fue solo la punta del iceberg, el detonante y el maestro que me hizo entender que mi voz y mis necesidades eran las de muchas. Y que, de alguna manera, tenía la bendición de contar con los conocimientos para crear herramientas que alivianaran la mente y nos ayudaran en los procesos que nos atraviesan cada día.

Podía ayudar a plasmar en papel desde algo tan profundo como un Diario de Gratitud hasta algo tan “simple”, pero no menos necesario, como una lista de tareas o pendientes.

La Agenda 2022 fue el siguiente paso, incorporando todo lo aprendido ese año. Quedó “gordita” (yo me reía porque decía que el Libro Gordo de Petete un poroto), pero necesitaba algo donde pudiéramos expresar todo.

Porque en un año no hay solo horarios y reuniones.

Hay procesos

Transformación

Días buenos y malos

Momentos de alegría y tristeza

Y por sobre todo, aprendizajes.

Lamentablemente, el ser humano tiende a olvidar. Por eso nos invade la nostalgia al ver fotos viejas o nos reímos recordando anécdotas con amigas.

Dejar registro de nuestros procesos internos me pareció –y me sigue pareciendo– algo maravilloso, porque vivimos en un mundo acelerado que nos genera ansiedad por lo que nos falta, por lo que no tenemos, por el futuro incierto… olvidándonos de las raíces, de los procesos y de lo que ya hemos vivido.
Poder registrar ese pasado inmediato, quizás hasta revivirlo, me parece una invitación a la calma y al disfrute de nuestros pequeños triunfos diarios.

El propósito detrás de todo

No me considero maestra, gurú, ni coach. No estudié ni me preparé para eso.

Soy como muchas.

Una mujer resiliente y perseverante, con la firme creencia de que la vida es más bonita cuando enfrentamos nuestros miedos. Y más aún si lo hacemos en comunidad.
Sé que mi historia ha inspirado a muchas mujeres. Ustedes me lo han dicho.

Mujeres que, como yo, alguna vez se sintieron solas o se cuestionaron:

¿Por qué a mí? o ¿Cómo cambio mi vida?

Sinceramente, no tengo esa respuesta.

Pero lo que sí tengo es un propósito:
💜Brindarte herramientas para que conectes con tu fuerza interior, tu resiliencia y tu capacidad de crear tu propia vida.💜

Hoy, años después, sigo escribiendo mi historia… y me emociona saber que muchas de ustedes también están escribiendo la suya.